martes, 4 de octubre de 2016

28º Carrera Nocturna del Guadalquivir

Otra vez más que participo en esta carrera. Con la de este año ya son 14 ediciones en que he corrido. Es la carrera que he disputado mas veces de todas las que he hecho en mi vida.

Y en esta ocasión iba a ser bastante especial. Esta carrera es aprovechada por mucha gente para debutar en el mundo correril. Y en esta ocasión íbamos a tener debutante en la familia, mi hijo Jose. Que ya el año pasado pudo haberla hecho, pero que finalmente le fue imposible asistir.
Javi también iba a participar, y en esta ocasión Merche y María estarían entre el público, esperando su turno para el domingo en la carrera de la Mujer.

Parece que en esta ocasión había unos 22000 participantes. La salida en la Avenida de la Palmera, y dispositivo puesto en marcha con escenarios, vallas y muchísima parafernalia. La circulación estaba cortada desde las 15:30. Así que nos fuimos para Sevilla temprano, pero aún así todo estaba lleno ya de coches. La sorpresa agradable fue que en el aparcamiento de al lado del Mercantil, había una oferta de parking a 2 euros para los participantes, con lo que finalmente pudimos aparcar muy bien.

Desde ahí nos fuimos para la salida, y luego de despedirnos, nos fuimos hacia atrás para buscar nuestro cajón, el numero 4. Ya entrando en él pude charlar un rato con Carpe y Mavesa que estaban por allí para participar con sus mujeres.


Cuando entramos en la masa, la verdad que había bastantes huecos y pudimos avanzar mucho hacia delante, pero claro, quedaban unos 20 minutos aun. Luego de un rato de espera que no se hizo aburrida, empezaron a cantar Los Morancos el himno de la carrera, y yo creo que fue un exceso de adrenalina el que justo al acabar la canción, les hizo hacer una cuenta atrás, que llevó a comenzar la carrera con unos 6 minutos de adelanto. Lo nunca visto. Yo incluso llegué a pensar que no tenia el reloj en hora, pero no que eran las 9:54 y ya había comenzado la carrera.



El ambiente en la salida único, inigualable, impresionante experiencia para un debutante. Todos con brazos en alto, gritando,...
En cuanto pasamos la salida Javi se fue para adelante, para disputar rápido la carrera. Yo me quedé acompañando a Jose, para ayudarle a llevar un ritmo tranquilo y pausado que le ayudara a llegar a meta sin muchas complicaciones y pasándolo bien.


Nada más salir se puede correr, pero enseguida aparece gente andando, gente que se cruza, en fin, que se ocasionan atascos que hacen que de vez en cuando haya que frenar. Por la Avenida de las Delicias, incluso pasado San Telmo, pasaba ésto de vez en cuando. Pero no nos importaba porque nos interesaba un ritmo tranquilo. Disfrutando de los comentarios de la gente, cánticos, gente disfrazada...

Lo peor durante estos kilómetros es que no se si debido a tal masa de gente sudando, se notaba muchísima calor y bochorno. Ibamos sudando como pollos. Ya pasada la plaza de toros, se veía que íbamos a un ritmo cercano a los 7, peo como he dicho ya, esto era lo de menos. Lo principal era pasarlo bien.

A Jose le preocupaba un poco el paso subterráneo de Arjona, pensando en la cuestecita para salir de él. Yo ya sabía que este año se podía pasar por arriba, pero es que bajar el túnel, con la que se monta allí es algo que merece mucho la pena vivirlo. Así que tiramos para abajo y la cosa fue brutal, como siempre. Hicimos un vídeo estupendo, porque a todo esto, llevaba encima mi camarita, para inmortalizar los momentos.


Pasado el túnel cumplimos el km 3 en algo más de 21 minutos. Por la calle Torneo, nos metimos por el carril de la izquierda en el que iba poca gente y eso hizo que también respiráramos aire más fresco y se nos pasara un poco el calor. Por aquí ya la mayoría nos adelantaban, aunque también había algún que otro al que adelantábamos nosotros.


Llegados a la barqueta, a la entrada de la Resolana, muchísimo público que hacía estrechar el camino y nuevo atasco de corredores, enseguida pasamos la Macarena y ya íbamos de nuevo algo más desahogados. Hasta que llegamos al punto de avituallamiento. Por aquí se formó la mundial. Era una auténtica pelea para conseguir una botellita de agua. Finalmente pudimos coger una cada uno, pero no hubo más remedio que echarse a andar. Esto fue más o menos ya en el km 5. Y por aquí ya Jose iba bastante cansado. Pero el mucho pundonó que tiene le hacía volverse a poner en faena para lograr su objetivo.


Por la Ronda, a veces seguía habiendo atascos, cuando se aglomeraba más público de la cuenta, y a veces tranquilo. Los niños chocaban palmas, pero es curioso que aquí no es como en las carreras de los pueblos, donde parece que el público interacciona mucho más con los corredores.

Estábamos deseando llegar al Prado, para ya tener la meta muy cerca, y cada poco tiempo animaba a Jose diciéndole la poca distancia que nos quedaba. Tuvimos que parar unos instantes por un pequeño calambre en los cuadriceps, pero poca cosa para amedrentar a un autentico campeón. En poco tiempo de nuevo estábamos otra vez en marcha. Yo es que a éste, verdaderamente lo veo acabando los 101kms de Ronda, tiene lo que hay que tener para eso. Luego ya se verá si querrá o no, jejeje.

Ya enfilando la avenida del Puente de los Remedios, pasamos el km 8 y ya nada nos podía parar, aunque la masa de corredores tan grande que había de nuevo amenazaba con hacerlo. Pudimos saludar a Merche y María un momento, que estaban por esa zona, y ya; entramos en La Palmera, la recta de meta, muy contentos, dispuestos a terminar. Jose, la primera carrera larga de su vida, y yo mi 216ª.

Espectacular estos momentos, saludo a Juan Garrido que estaba vociferando, con la pasión que siempre lo hace desde el primer al último corredor. Llegamos a meta con los brazos en alto y cogidos de la mano, algo inolvidable, pero que no lo pude grabar con la cámara por culpa de la batería baja. Una lástima.
Tiempo final, 1h05m30s, casi nada.


Luego, tan sólo nos preocupamos de coger una botella de agua, y salimos de la zona de meta por un lateral, para llegar rápido a ver a la familia. Nos perdimos quizás la botella de Powerade. O no, porque quizás no hubiera ya, con la cantidad de gente que cogió más de una.
Para finalizar la noche, y como premio, nos comimos unos espectaculares San Jacobos caseros en el bar Cibeles, en Triana.


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